lunes, 7 de septiembre de 2009

Islanda no es país para viejos
ciclistas y gente de mal vivir...

..o al menos su aeropuerto, Keflavik.

Pues sí, el tiempo pasa que vuela y cuando te das cuenta ni quedan vacaciones ni casi el recuerdo de ellas. Así que iremos haciendo memoria que dentro de nada se nos ha olvidado todo. Precisamente dentro de muy poco hará ya dos semanas que regresamos del país el hielo, o al menos, eso ponía a la entrada: Iceland (o Ísland para los lugareños). Y hielo había, y mucho, pero sólo en los glaciares, que no es poco.

No voy a hablar mucho del país, porque del tema ya se puede encontrar mucha información y más rigurosa que la que podemos contar aquí, así que comentaremos algo del viajecillo.

La verdad es que ha sido un viaje en bici, bastante distinto a lo habitual. Primero porque aunque su clima no es que sea demasiado frío para estar rozando el círculo polar ártico, el viento proveniente del polo, de los glaciares o de la vecina Groenlandia, la sensación térmica era en muchas ocasiones de bajo cero. Además ese mismo viento, con ráfagas muy fuertes y de dirección cambiante en muchas ocasiones, provocaba que fuera prácticamente imposible no acabar en el suelo e incluso levantarse de él.


En segundo lugar, porque a pesar de la enorme cantidad de turismo que nos encontramos, por cierto mucho procedente de España, el número de ciclistas no es que fuera muy numeroso, sobre todo por las carreteras del interior.

Y en tercer lugar porque debido al viento y al enorme tamaño que tiene la isla (para los que no lo habéis visitado es algo mayor que Portugal), durante el viaje tuvimos que cambiar de ruta en varias ocasiones, realizando enlaces en autobús (en ocasiones más aventura que la propia bici) y rompiendo la tradicional ruta circular habitual.

En cualquier caso, fueron dos semanas en el país, con un grupo de 8 personas en su primera parte y dos grupos de 4 personas en su segunda. Llegados a este punto hay que aclarar que la escisión estaba prevista antes del viaje ya que teníamos lugares de interés para visitar.

En la primera mitad del viaje nos centramos el grupo al completo en la zona suroeste, una de las más turísticas y conocidas como el Golden Circle, donde está Þingvellir, Geysir, y la cascada de Gullfoss. En esta primera parte tuvimos días agradables de buen tiempo, días durillos por el viento de cara y jornadas muy agradables con un viento de cola que hacían del pedaleo algo casi innecesario.

A partir de la cascada de Seljalandsfoss decidimos dos opciones y con eso nos dividimos según los intereses de cada uno. Uno de los grupos, intentaría cruzar por la carretera F35, sin asfaltar, que cruzaba por el desierto del interior de la isla. El otro grupo se saltaría este trayecto aprovechando los días del interior para visitar con más detalle diferentes lugares de la isla.


Inicialmente, ambos grupos íbamos a seguir por la Ring Route en bici, una carretera que rodea la isla por la costa y que pasa por algunos de los sitios más emblemáticos. Posteriormente, en caso necesario saltaríamos algunas etapas con autobús con el fin de conseguir llegar a Reykjavik una semana después.

Pero aunque cada grupo iba con los planes muy bien (más o menos) trazados, al día siguiente el viento, o mejor dicho sus ráfagas y las caídas que algunos sufrimos, nos hicieron ver la realidad de Islandia, país en el que si vas en bici, no conviene hacerte muchos planes. Tras recorrer una relativa pequeña distancia entre Seljalandsfoss y Skógar (unos 30 km.) con viento de dirección tan cambiante como su fuerza, decidimos parar en este último pueblo y re-planificar el viaje.

El grupo "del interior" decidió que era imposible intentar rodear la isla, aun con autobús, cruzar todo el interior (3-4 días de ruta) y llegar, en el mejor de los casos a la capital el día anterior a la salida del vuelo. Así pues se cambió la dirección y de Skógar se enlazó con autobús a Selfoss y de allí a Gulfoss, ya en la entrada al desierto. Tras cruzarlo en 3 días, se aprovechó el tiempo restante para visitar la península de Snæfellnes, situado en el oeste del país. En esta zona se encuentra el Snæfelljökull, volcán por el que se entra al centro de la tierra (según dicen se sale por Italia ;-).


El otro grupo, en cambio siguió por la Ring Route en bici, con idea de seguir unas jornadas más a lomos de las "mulas" con la intención de alquilar un par de días después un coche para tener tiempo de visitar los lugaremos más conocidos. De nuevo, el viento, aún más huracanado si cabe que los días anteriores, obligó al adelanto del alquiler del coche, permitiendo visitar el parque nacional del glaciar de Vatnajökull (el mayor de Europa) y otras zonas de increíbles paisajes como el lago Mývart.

Ambos grupos nos encontramos en la "capi" donde pudimos disfrutar de la auténtica cerveza islandesa, y como no, un poco de la famosa "movida islandesa", en la que hay pocas hombreras y bastante música en directo.

Con respecto a lo que comentábamos al inicio del blog. Islandia es un país muy acogedor y la gente es muy agradable... excepto en el aeropuerto internacional de Keflavik... si vas en bici. Debe ser que se asocia a los bicicleteros con gente de mal vivir, delincuentes o simplemente gente indeseable. Porque, al intentar guardar la bici en su bolsa correspondiente, fuimos abordados por una "segurata" adicta al burger que de muy malas formas (es decir chillando) nos invitó a sacar las bicis fuera del edificio del aeropuerto. Esto no hubiera sido un problema si no hubiera sido porque, era de noche y fuera hacía así como bastaaante frío (así como una ligera brisa de entre 50-60 kmh) y porque como todo viajero de avión habíamos pagado ya las tasas correspondientes (y por tanto éramos clientes del aeropuerto). Solamente al indicarle, que dado que las bicis estaban ya dentro de la bolsa correspondientes eso que ella indicaba ya no eran bicis, si no equipaje, cambió su argumento y nos invitó, de nuevo gritando, a recoger en muy poco tiempo (NOW! fueron sus palabras) los enseres que no estaban en el carrito de las maletas. Argumento peregrino y sin sentido, que demostraba la falta de criterio y calidad humana de dicha persona, así como su falta de preparación y saber estar para un trabajo en el que se trata con personas.

Esto fue un episodio aislado, pero por si acaso, ya sabéis, si alguna vez vais en bici a Keflavik, no la saquéis de la bolsa de transporte ni harto vino, o seréis tratados como quienes expoliaron su economía, cuando realmente, somos ahora los turistas (incluidos los bicicleteros) quienes estamos aportando las divisas que ha perdido su ex-gobierno jugando a los banqueros. Lástima, que los responsables del aeropuerto no lo sepan y muerdan la mano de quienes les dan de comer.

Más adelante, fotos, vídeos y más.... que excepto el aeropuerto, el resto del país es increíble y vale la pena visitarlo.

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